Innovación
En la última edición del Ranking de Innovación Empresarial de la ANDI y la Revista Dinero (2019), en la cual participaron 322 empresas del país, la ANDI destacó, entre otros, los siguientes obstáculos para que la innovación suceda en las organizaciones:
– Dificultad para gestionar el riesgo de los proyectos de innovación, privilegiando resultados de corto o mediano plazo.
– Debilidades en los sistemas o métodos para lograr administrar efectivamente la innovación.
– Presupuestos limitados para implementar proyectos de innovación de alto riesgo.
¿Cómo intervenir este tipo de problemáticas? No es una respuesta fácil, no obstante, existen algunas prácticas transversales que ayudan a “aceitar” la maquinaria empresarial para que la innovación suceda en toda la organización:
Compromiso directivo
¿Cuánto tiempo de la agenda directiva en un año se destina a evaluar y direccionar el portafolio de proyectos de innovación?, ¿qué tanto tiempo se le brinda a los colaboradores para que puedan proponer y desarrollar iniciativas de innovación?, ¿hay un presupuesto continuo y en crecimiento para financiar las actividades de innovación?
El ejemplo directivo es una potente fuerza para que la innovación suceda. Hemos visto organizaciones que han logrado capitalizar crecimientos sorprendentes a partir de un férreo convencimiento y compromiso directivo con la gestión de innovación. La dirección delinea las metas, las “arenas de juego”, la intensidad y la forma como se vive la innovación en las organizaciones.
Modo emprendimiento
Un flujo constante de ideas y proyectos de innovación, refleja un ambiente emprendedor que favorece la gestión de la innovación. Sin embargo, es un reto generar y mantener este flujo. Algunas acciones que ayudan a inyectar ese espíritu emprendedor en las compañías son: crear grupos “élite” o “gestores de innovación” para acelerar el desarrollo de las iniciativas de innovación, propiciar ‘hackatones’ que inspiren y mantengan la energía emprendedora alta, incentivar espacios co – creación con clientes, proveedores u otros actores del entorno de la organización, generar espacios de capacitación o comunidades de práctica, generar redes de conocimiento y de inversión, entre otras.
Velocidad
“Hecho es mejor que perfecto”, fue una frase que popularizó Mark Zuckerberg, fundador de Facebook, y claro, entendemos que la innovación requiere equivocarse rápido para ganar aprendizajes que permitan reducir la incertidumbre propia de los las iniciativas de innovación. La clave es adoptar una mentalidad de “mínimo viable” y un esquema de gestión por objetivos diarios, semanales o mensuales, que permitan mantener un ritmo dinámico en los equipos de trabajo, buscando que las iniciativas de innovación estén en constante evaluación y crecimiento.
Datos para la toma de decisiones oportuna
Las iniciativas compiten por recursos para ser ejecutadas, y la toma de decisiones de cuáles iniciativas deben continuar hacia el camino de implementación, requiere de datos objetivos y confiables que permitan, además, calibrar el nivel de esfuerzo (inversión de recursos) que requiere cada iniciativa frente sus beneficios e impacto potencial.
“Aceitar” el proceso de innovación es una tarea que debe involucrar a todos los niveles de la organización, iniciando por la dirección. El ejemplo directivo allana el camino para la innovación en el resto de la organización.
El espíritu emprendedor ayuda a mantener un flujo constante de ideas y proyectos de innovación recorriendo ese camino.
Esta “corriente” de iniciativas debe gestionarse a la mayor velocidad posible, considerando que las tecnologías, industrias y mercados están en constante cambio y la competencia no da espera.
Finalmente, los datos son necesarios para mantener canalizadas las iniciativas de innovación. Direccionan el por qué, dónde, cuándo y cuánto esfuerzo requieren las ideas para que logren el impacto esperado y ayudan enfocar los recursos de la organización en las que son realmente prometedoras.
